lunes, 3 de diciembre de 2007

D. ADOLFITO.



Como bien escribe José Antonio Ordoñez en su crónica de La nueva España, a propósito de la exposición que el titula como "Galería de Bienaventurados". Su cuerpo es paisaje imprescindible de la villa del Llanes de fines del siglo XIX.
Quizás en el caso de D. Adolfito, para un sector importante de la población, las damas, esta aseveración tiene mucha más dimensión.
La imagen de D. Adolfito que por la villa de Llanes deambulaba, en aquellos tiempos de su historia, era la de una persona de corte no muy cuidado en el vestir, de faz amable, tocado con sombrero y portando en su mano el violín con su arco.
En cuanto veia a una señora, su faz se hacía amable y estudiadamente ruiseña, de inmediato su brazo descapotaba su testa y tendía el sombrero hacia la dama en suave gesto de saludo y admiración.
Cuentan las crónicas de la época, que encontrándose estudiantes de medicina de llanes en la universidad de Santiago, en unas prácticas de disección, para las que usabar cuerpos de personas muertas y sin familiares, estos estudiantes se encontraron con la sorpresa frente a éllos del cuerpo de D. Adolfito. Los estudiantes se negaron a realizar las prácticas en tal cuerpo por ser para ellos una persona muy querida, respetada y entrañable.

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