jueves, 13 de diciembre de 2007

ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE EL ESCULTOR Y SU OBRA.

Los versos de Neruda" Si te toco/ me respondes/ como un cuerpo querido". explican la relación que Llonguera establece con la materia cuando la trabaja en silencio.


Y siempre encontramos, tras esa labor, una idea, el mensaje que buscamos. Como a la talla de tilo que representa a Mieres, al Ayuntamiento y su pueblo, todos los elementos que la integran tienen el mismo significado para el artista y nosotros porque somos hijos de una circunstancia, el futuro no es un muro contra el que se estrellan las ilusiones. De ahí las hojas de roble, con raíces profundas que alimentan su fortaleza, el helecho, símbolo de la riqueza oculta en nuestro subsuelo; la propia figura humana, rehaciéndose, como nosotros de ahora en adelante. Lo que seremos y fuimos nos lo dice el mojón y la concha; siempre con los brazos abiertos al cruce cultural que supone la Ruta de la Plata y el Camino de Santiago.

Por siempre... para siempre.

José Fernández

Director I.E.S. Bernaldo de Quirós.


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Las obras de LLonguera, son de gran expresividad y extraordinaria vivacidad, debido en parte al buen uso que hace del color, siendo muy bien acogidas por el público que asistente a sus exposiciones.

Nos encontramos ante un excelente profesional que realiza un arte comprometido en relación directa con el público al que va dirigido.

Llonguera defiende un arte ageno a los formalismos vacuos y sin sentido, fuertemente apegado a las raíces de su región, que sirva para profundizar en las señas de identidad de nuestro pueblo, y que no reniegue de la imaginación, el sentimiento y la cordura.

Luis Feás Costilla

Crítico de Arte.

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Con motivo de la instalación en la plaza de Trascorrales de la escultura titulada "El Vendedor de Pescado", muchos se preguntaron quien era Llonguera. Casi desconocido en los círculos artísticos de la región, sin embargo se hacía extraño que alguien que no fuera un profesional de la escultura hubiera podido realizar una obra tan acabada como aquella. "El Vendedor de Pescado" respondía a una intención práctica concreta, y no podía ser fruto del azar, sino que tenía que deberse a un continuado esfuerzo creativo que abarcara más obras que la que le había servido para presentarse en sociedad.

Gabino de Lorenzo

Alcalde de Oviedo
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Ser profeta en su tierra, es un decir, pero pocos rompen con esa leyenda en la práctica. Y el caso es que todo ello suele ocurrir por la falta de una objetiva valoración de los propios convenios. Si ahora mismo se hiciese una encuesta entre la población mierense con la simple pregunta de ¿"Quien es Llonguera"?, habrá gentes que sin vacilación apuntarán hacia la figura de José Antonio García Prieto, aunque muy pocos lo conocen por su verdadero nombre, y una buena mayoría habría de quedarse con la boca abierta y la negativa en los labios.

Sin embargo, si llevamos la misma cuestión a Oviedo, puede que los resultados de Mieres fueran ampliamente superados por la capital de Asturias. Tendremos quien diga que por la oportunidad del momento. Y es que Llonguera está triunfando con su exposición de "Mitos y Personajes" en el Café Español de Vetusta, avalado por la Fundación de Cultura de su Excelentísimo Ayuntamiento.

A mediados de la pasada semana tuve oportunidad de visitar la muestra y entre el deleite de la contemplación, y el punto observativo al rabillo del ojo, pude descubrir la admiración que está despertando y el elevado número de visitantes que registra, algo así como varias decenas a la hora.

La Mitología Asturiana y algunos personajes están allí en magníficas tallas recordatorias de nuestra Mitología y del paisanaje de toda la vida.

Como dice el alcalde de Oviedo, en el magnífico catálogo a todo color, acompañado de unos cuantos cuentos a propósito de la exposición,"nos encontramos ante un excelente profesional, con una trayectoria ya consolidada y reconocible.

¿Ocurre igual aquí en Mieres?, ¿Sentimos los mierenses lo mismo?. Yo invito desde aquí, a que se visite, en la capital autonómica, la muestra de Llonguera. Es posible, que de esa forma, seamos capaces de hacer una valoración objetiva de lo que tenemos en casa.

Amadeo Gancedo

La Nueva España; 14-4-1997

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Llonguera es un personaje ligado a las Cuencas, difícilmente imaginable fuera de nuestras fronteras físicas y mentales y, como tal, tiene de nosotros las mejores virtudes y los más habituales defectos.

Conserva de los viejos tiempos unas cuantas ideas radicales apenas suavizadas por el paso de los años, que en lugar de teñir de gris sus sienes le dan un aspecto cada vez más parecido al arquetipo céltico, mezcla del más puro localismo barnizado de internacionalismo revolucionario.

Sin embargo, toda radicalidad se vuelve flexible cuando sus manos entran en contacto con la materia. Surgen entonces, fantásticos, barrocos y subrrealistas, trasgos, cuélebres, xanas,... como si todavía hubiera un lugar en que fueran posibles.

Auténtico domeñador de la forma, mezcla escorzos imposibles y las líneas más delicadas con una naturalidad que asombra. Al lado, Juanín de Mieres canta, brillante el diente de oro, tan real que sólo falta la transparencia en lis cristales de las gafas, mientras el entorno se hace paisano, todos los que abrazan son uno, el mismo, aquel en que aún podemos reconocernos.

Este auténtico artista capáz de resucitar identidades casi olvidadas no ha querido subirse al pedestal y ha preferido trasmitir sus técnicas a un grupo de alumnos, con resultados sorprendentes

Desde los quince días a los seis meses, han conseguido un dominio técnico excelente y, sobre todo, la garantía de que nuestro arte seguirá vivo mucho tiempo.

Tiene la ventaja del que no necesita explicarse porque todo es comprensible. Ha hecho lo difícil aparentemente sencillo, todo está a la vista y a la vez sugiere sensaciones profundamente diferentes a quien lo observa desde fuera.

Enhorabuena, maestro.

Laudelino Vázquez

Escritor
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Las piezas en madera de Llonguera suelen estar policromadas con anilinas, son todas ellas trabajos concebidos con gran realismo y dan cuenta de la capacidad de observación y del sentido expresivo y en buena medida poético y costumbrista de su autor.

José Antonio Ordóñez.

La Nueva España
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En la obra de Llonguera, por encima de cualquier otro elemento cabe valorar la capacidad de observación del artista, así como el valor anecdótico de la presentación. En este sentido su naturalismo tan expresivo rompe los presupuestos estéticos decimonónicos.

Ismael González Arias

Escritor.
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La Mitología Asturiana está presente en la temática de estas esculturas de Llonguera. En este repertorio las figuras, los ropajes, los pliegues y hendiduras son modelados con sumo cuidado, no nos parecen rígidas sino modeladas con toda naturalidad. Las esculturas de Llonguera son plásticamente figuras de volúmenes correctos, de equilibrio formal y dotadas de una gran elegancia, a veces los valores de serenidad y armonía están presentes, pero en otras obras se refleja el movimiento y momentos más tensos y dramáticos. Una obra de calidad la que podemos ver en esta muestra. Este escultor es autor de la obra titulada "El Vendedor de Pescado", situada en la plaza de Trascorrales en Oviedo.

Rosario Carril

Licenciada en Historia
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Las exposiciones escultóricas en madera de Llonguera nos han parecido un excelente trabajo.

Sus tallas tocan diversos temas, como el festivo, con esculturas de bulto redondo que tienen un grado de crítica simpática en los personajes, por cierto muy bien proporcionados anatómicamente.

El mítico con seres y animales de gran fuerza expresiva, en ocasiones hasta feroces. O el dramático como la doble escultura de los mineros ayudándose, que es soberbia. Todas ellas tienen color que está muy bien matizado e integrado en lo que representan.

Tambien vimos murales con relieves muy trabajados en color madera. Lo dicho, es un gran artista que merece nuestro reconocimiento.

La Brocha-Revista de Arte.
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EL ARTISTA SABE QUE EL CORAZÓN HUMANO SUFRE A VECES DE LENTITUD, DE INVOLUNTARIO SILENCIO Y DE FRIO.

Hay un escultor de luces y sombras que crece en silencio y no quiere perder la memoria de los manantiales. Hay un decorador de leyendas, con aspecto de normando a la deriva o de marinero o granjero de novela de Faulkner, que le quita a la madera lo que sobra porque piensa que detrás están los rostros que nos han abandonado. Hay un artista tan entusiasta como indisciplinado que es capaz de dibujar el murmullo de las aguas, el vuelo de los pájaros, el verde de los bosques de nunca jamás, el azul de la noche, las sombras de los antepasados o la memoria de una estirpe en ruinas. Ese artífice de las formas se alimenta de la sílice de las piedras y de las maniáticas vetas de los árboles condenados, por eso su voz es contundente como la roca de Ubiña pero afable y reconfortante como la sombra de un roble en el tortuoso y ardiente camino de nunca acabar.
El tenía un nombre corriente y unos apellidos habituales porque cuando nació había tanto que hacer que en el trajín de las reconstrucciones y las carencias a todos les pareció que aquel que acababa de llegar, salvo por el color del pelo, rojo como el barro de modelar las vasijas, nada tenía de especial. Por eso Roxu fue el alias o sobrenombre elegido por sus contemporáneos para singularizarlo entre tanto verde a rabiar.
Pero después, cuando llegaron las manos invisibles de los duendes antiguos a tocarle el entendimiento con las yemas de los dedos del alma de la necesidad de crear, hubo de ponerse otro nombre, como los reyes o como los papas, y que mejor que identificarse uno con el nombre de la tierra que lo parió para abarcarla y engullirla. Y así fue como, en cinceladura de agua bautismal, advino el nuevo y definitivo nombre de Llonguera, que es estaya o franja larga de terreno entre dos surcos, porque entre dos surcos andamos siempre componiéndonos y gastándonos, el de la vida y el de la muerte. Y fue Llonguera, y es Primero porque nadie antes había sentido las palabras olvidadas, nadie




había estudiado la geometría del rocío, nadie como él había encerrado a los dioses a llorar en sus armarios.

Y fue Llonguera, y fue Primero, y lo fue de Miruxeo (que yo creo que viene del latín merus, que primero fue “puro” y “limpio” y después también “agua clara” y “arroyo”, y no de miruxa, palabra que también deriva de merus quizá por su color verde blancuzco), lugar donde el paisaje se desnuda tanto que se vuelve obsceno, balcón de la tierra donde duendes y dioses incomodan tanto que uno termina agarrándolos por los huevos hasta volverse blasfemo, territorio, en fin, donde uno acaba irremisiblemente amando todas las pérdidas.

LLONGUERA Primero de Miruxeo. Ese es el nombre del hombre. Esa es la denominación de origen del artista de la luna y el fuego, cirujano de los dientes invisibles del bosque, sanador de las irracionales úlceras de la madera. El sabe que una imagen es sólo el punto donde la mente y el ojo se detienen entre varias incertidumbres y que en ese punto confluyen las certezas que se niegan y se destruyen a si mismas. El arte puede ser una sublimación de la revolución pendiente y desde el balcón natural de Miruxeo con la algarabía del mundo al fondo se puede pensar que la crisis de la humanidad se reduce a la crisis de su dirección revolucionaria. Desde Miruxeo es fácil comprender a Marcuse cuando habla de la emancipación humana en relación inversa al progreso tecnológico o de la reivindicación del derecho del hombre a la felicidad o de las contradicciones de la democracia o del rechazo de una civilización en la que la bondad y la belleza han dejado de tener relación con la verdad. Llonguera cree en el hombre, pero sobre todo cree en la colectividad, en la fuerza arrolladora de lo colectivo.
Su capacidad de persuasión se hace a veces irresistible porque proviene más de la costumbre y los comportamientos que de la palabra. En Miruxeo (aldea cimera del valle de Cuna y Cenera) consiguió el artista Llonguera reunir en torno a una hoguera que daba cuenta de un rebaño de corderos, crucificados en las estacas, a una comunidad esperanzada que se encomendó a los dioses de la cultura y la pluralidad, escuchando las entrañables armonías autóctonas de




Escanda, El ingenio musical y personal de Hector Braga o la voz de manantial de alta montaña de Anabel Santiago, entre otros amigos o amigas que desinteresadamente acudieron a la llamada del artista para renovar en el mejor templo posible, el de la naturaleza (razón tenía Prisciliano), sentimientos, prometimientos y abrazos.

EL ARTISTA Llonguera sabe que las curvas de los robles fingen cuerpos desnudos y que también envejece la piel de las estatuas. Sabe que el corazón humano sufre a veces de lentitud, de involuntario silencio y de frío.
El tiene la capacidad de despertar corazones y álamos y pájaros y luces dormidas en los desvanes y rencillas de duendes y músicas de fuentes y gavilanes. Llonguera I de Miruxeo nos grita sirviéndose de los versos de Antonio Gamoneda; “Propongo mi cabeza, por si hubiera necesidad de soportar un rayo. No hablo por mi solo. Digo, juro que la belleza es necesaria.


Fulgencio Argüelles
Escritor.
La Voz de Asturias, 27 de Agosto de 2007.

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