miércoles, 5 de diciembre de 2007

A ISADORA.



En los años de mi juventud, como por azar, tratando de distraer el tiempo que me dajaba libre la tarea de cumplir mis obligaciones, pasa ante mi la vida hecha película de la indómita bailarina Isadora Duncan, interpretada de forma magistral por Vanesa Redgrave.
Años después, en convulsos momentos de movimientos feministas, se reflejan en los espejos de mi memoria, imágenes de la desgarradora danza que convulsiona el cuerpo haciéndole vibrar con enérgicos y armónicos movimientos sensuales llenos de arte que se manifiesta libre, sin normas encorsetadas ni ataduras, que llena el espacio al tiempo que se despoja de sus envolturas de gasas rojas. Deseo entonces plasmar en la materia, dándole forma, esa indómita lucha por expresar desde su propio cuerpo las ansias y deseos de libertad.
Surge así la escultura elogio, "A Isadora", que flota sobre la gasa roja que intenta coartar sus deseos de libertad.

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